Ante las próximas elecciones todos los partidos políticos pretenden ganar posiciones, algunos siguiendo las pautas convencionales y Podemos marcando la diferencia de una forma innovadora; tal vez a eso se deba el éxito, atendiendo al resultado de las encuestas y a las anteriores elecciones europeas. De las anteriores elecciones y del programa de Podemos no se pueden deducir grandes soluciones; sino más bien abundante retórica vacía de contenido; pero en cambio sus resultados fueron un éxito, con un discurso que se desmarca en el estilo y la presentación de los políticos al uso.
Es verdad casi absoluta que hay muchas realidades, la realidad jurídica, informativa, la de los hechos, etc. esta última entendida como la que vemos y, como diría el poeta, vemos lo que somos. Así pues, el que humildemente escribe reconoce que su visión está sujeta a condicionantes muy subjetivos.
Como ciudadano no entiendo las explicaciones grandilocuentes de la actual situación de crisis. Crisis a la que imputan orígenes y efectos internacionales por un problema de liquidez financiera; pero dinero para pagar multimillones por deportistas lo hay; y lo hay aún pagando rescates a los bancos, indemnizaciones suculentas a sus directivos, un presupuesto militar a nivel mundial de dos mil millones de dólares por minuto, o los trescientos mil dólares por hora que invierte Coca Cola en su publicidad.
Los políticos para sus explicaciones manejan multitud de datos y estadísticas, pero con tantos números y cifras seguro que ninguno refleja la realidad; por ejemplo: los datos del INEM y la EPA, lo más que logran es aproximarse a la cantidad efectiva de desempleados. Desempleados en una sociedad incapaz de generar trabajo, debido en la visión política a una tasa de crecimiento escasa, lo cierto es que según mi punto de vista las sobrecarga de trabajo entre los trabajadores en activo es abundante. Cuando se llama a algún servicio de atención telefónica siempre se nos advierte del estado ocupado de todos los operarios; pero no es un sector en situación extraordinaria; sino que, si acudimos a cualquier empresa de servicios siempre barajan largos plazos de tiempo para el comienzo en la ejecución del servicio, por razones de sobrecarga de trabajo.
Dada la docilidad de mi carácter me resulta insufrible que usando la argumentación política el estar “a favor de algo”, eso significa estar “en contra de otro”, entiéndase por ejemplo educación pública o privada como algo contrapuesto. Eso sí, todos los partidos coinciden en considerar la educación como algo fundamental; sin embargo en mi experiencia la educación sólo me comportó traumas y desengaños. En la línea de lo manifestado por Bertrand Russell “el hombre nace ignorante y la educación lo idiotiza”; yo reconozco que profundice en la idiotez, hasta que a edad avanzada comprendí que los valores que me inculcaron en el colegio público solo me comportaban perjuicios. Valores de solidaridad, soluciones pacíficas, fidelidad a la verdad, etc. cuando a día de hoy ningún personaje triunfante y hasta con medallas de reconocimiento, lo es precisamente por cultivar la solidaridad y generosidad. En el país en el cual todos quieren mirarse es Estados Unidos, paradigma de democracia y diplomacia, pues paradójicamente es el país con más guerras abiertas en todo el mundo, todo un ejemplo de soluciones pacíficas y pensar ¡la cantidad de castigos que cumplí por pelearme!.
Es fácil caer en el discurso de quitar a los más ricos o empresas, para repartir con los necesitados; la política ha de ser menos simplista, de forma que durante el proceso de negocio si se satisfacen todas las tasas e impuestos, los resultados gananciales no estarán limitados o sujetos a gravámenes especiales. Lo contrario es como si al final de una autopista, nos cobrasen un peaje extra en función del dinero que nos quede en la cartera.
La función de la política no es quitar ni repartir, para eso ya estaban los bandoleros; sino que, la política debe saber conciliar los intereses de las empresas y los trabajadores, sin que unas políticas fallidas hagan a los bancos acumular casas en propiedad, cuando la esencia de su negocio es el dinero; por supuesto acumulación de propiedades que conlleva un grave perjuicio para los ciudadanos, que debieran ser los únicos propietarios.
Actualmente una política mal orientada hace primar las cosas por encima de las personas. Tal es así, que los riesgos financieros recaen en el capital y en las personas; ejemplo son los desahucios, en que entregando la vivienda la deuda aún persiste. También se observa, aunque de forma distinta en el nuevo HUCA, se cuidan las ambulancias y sin embargo los pacientes de urgencias sin techos que los proteja del agua.
Últimamente en política sacan nuevas inquietudes, como la memoria histórica, los nacionalismos y siempre apuntando al diálogo como vehículo de solución de todo. Frente a eso sólo puedo decir dos cosas; referente a la memoria histórica y nacionalismo, es mejor dejar de pelear por el pasado para empezar a luchar por el futuro. En cuanto al diálogo, se pueden dialogar y discutir las diferencias, pero es perder el tiempo; en vez de pasar la vida discutiendo, si trabajamos en lo que nos une pasaremos una vida trabajando.
Karin